PECIO ROMANO BOU FERRER
El pecio romano de las 3.000 ánforas.
El pecio Bou Ferrer es una gran nave mercante romana que naufragó hacia mediados del s. I d.C. (www.bouferrer.org).
Se encuentra muy cerca de costa, enfrente de Villajoyosa, Alicante, a una profundidad de unos 25m, por lo que permite su exploración subacuática de forma fácil.
Desde que nos enteramos de la existencia de que un pecio romano podía ser visitado por los buceadores deportivos se convirtió en nuestro objetivo.
La organización de la visita al pecio Bou Ferrer se realiza a través del centro de buceo Ali-sub, viejo conocido nuestro.
Se puede participar mientras duran las excavaciones arqueológicas por lo que dependemos de los meses que trabajen en ellas, y como siempre, del estado de la mar.
LA VISITA
Cuando supimos que la visita ya tenía fecha preparamos con atención el material de buceo y las cámaras de fotos. Sabíamos de lo complicado que podía resultar. No es fácil bucear en grupo en zona fangosa, mantener una buena flotabilidad para que las fotos se obtengan con cierta calidad.
Se nos citó al grupo designado para ese día en el Museo Municipal de Villajoyosa. Allí estuvimos toda la mañana recibiendo información interensantísima sobre la exploración del pecio. Es todo un acierto que antes de bucear te hagan revivir lo que se cree que sucedió, por qué se hundió, de dónde venía, y adónde iba, cómo estaba estibada la carga, la diferencia de vasijas que vas a encontrar en el fondo, conocer el laboratorio donde se lleva a cabo todo el trabajo, ver todo el proceso de extracción y limpieza de las ánforas, tocar las diversas herramientas que han ido apareciendo o los sarmientos de la época, observar los lingotes de plomo hallados con la marca «Emperador Germánico Augusto», es decir, probablemente de NERÓN…
TODO muy emocionante, y más, gracias a la forma en que lo transmite el arqueólogo.
LA INMERSIÓN EN EL PECIO
Ya con el gusanillo en el cuerpo nos trasladamos al centro de buceo Ali-sub para montar los equipos de buceo. Éramos 10 personas que nos dividieron en dos grupos. A nosotros nos tocó en el primer grupo. Era un día de noviembre soleado pero ventoso. Nos advirtieron que la visibilidad suele ser escasa pero que probablemente podríamos tener suerte porque la dirección que llevaba el viento era la adecuada. El brefing fue claro: tiempo de fondo 30 minutos para no entrar en deco y NO aletear encima del pecio o la visibilidad se vuelve nula. Tras navegar unos diez minutos llegamos al fondeo. El primer grupo nos preparamos rápido y nos tiramos al agua con muchas ganas. La superficie se encontraba incómoda debido al viento que riza la mar pero en cuanto descendimos un metro la mar se volvió cómoda. Conforme bajábamos por el cabo y nos acercábamos al fondo ya pudimos comprobar que la visibilidad era buena, como habían anunciado, y que la «historia» se nos estaba brindando como pocas veces la puedes vivir. La sensación era como la de encontrarte en un santuario en el que casi no te atreves ni a respirar. Moviéndonos a cámara lenta para no tocar y no levantar ni un gramo de polvo recorrimos junto con el arqueólogo el perímetro del pecio que está indicado con un cabo blanco. Ante nosotros teníamos cientos de ánforas que, aunque tumbadas por el impacto del barco sobre el lecho marino, se veían en tres pisos como nos habían explicado. Embelesados fotografiábamos lo que aparecía ante nuestros ojos: ánforas, cuadernas, madera, el material que se utiliza en la actualidad para su exploración, las mallas metálicas que tapan parte del pecio que todavía no se va a explorar…
En un momento dado, nos vino a buscar el arqueólogo ya que estábamos tan entretenidos que nos íbamos a perder «la cocina» del barco recién descubierta y sus recipientes.
Tras la media hora que pasó como un suspiró comenzamos el ascenso con la emoción contenida. Agradecidos, conscientes de que es muy importante que el grupo con el que te toca bucear «controle perfectamente la flotabilidad» y con la ilusión de salir para ver rápidamente cómo habían quedado las fotos.
Todo pasa tan rápido que no eres capaz de asimilar la envergadura del hecho de que estás buceando reviviendo la época romana, en un pedazo de la historia que nadie ha tocado, malogrado, ya que el pecio se hundió hace 20 siglos, lo tapó el fango y por tanto, todo está preservado (y esperando que siga así).
CONCLUSIÓN
No sé si en España se le ha dado la importancia que merece, los fondos que necesita para su exploración, la protección correspondiente en la zona… pero nosotros, Luis Gorricho y Mary Mar Barbería, instructores de buceo y regentes del centro de buceo, Buceo Navarra, desde hace más de 25 años, estamos muy agradecidos por todo el trabajo que de allí se desprende por parte de arqueólogos, la mayoría voluntarios, Guardia Civil que protege el pecio Bou Ferrer, Universidad de Valencia, Museo Municipal de Villajoyosa, centro de buceo Ali-sub, por supuesto a sus descubridores por compartir el descubrimiento y cantidad de personal involucrado que desconocemos, ya que todos ellos nos han posibilitado una experiencia tan gratificante y única.
Otros pecios: Pecio El Umbria