Con frecuencia una actividad como el buceo es motivo de interesantes conversaciones, tanto entre buceadores, como el lógico, como con gente que no ha disfrutado todavía de esta maravillosa experiencia. En ocasiones nos formulan preguntas o hablamos de temas que todos creen que deberíamos dominar pero que en muchas ocasiones no dominamos o incluso desconocemos
¿Hasta qué profundidad se puede bajar?, ¿Qué le pasa a los oídos?, ¿qué es eso de la narcosis del nitrógeno?, y otros temas que podríamos llamar médicos y que, sin necesidad de «profundizar» demasiado, pueden resultar de gran interés para los que nos encanta este deporte. Comencemos nuestra andadura:
Borrachera de las profundidades
Este es el nombre acuñado por Jacques Cousteau en 1954, aunque la primera descripción del cuadro clínico data de 1861 (Green), y ya en 1935 se atribuyeron los síntomas a la presión parcial elevada de nitrógeno (N2) (Intoxicación por gas inerte). El cuadro en esencia consiste en un trastorno del comportamiento que puede llegar a determinar consecuencias graves.
El mecanismo por el que se produce no está totalmente aclarado aunque se relaciona con la profundidad de la inmersión. Los trastornos aparecen hacia los 40 metros, se hacen más evidentes hacia los 50 metros y son casi constantes a los 70 metros. El efecto es como si de la toma de narcóticos se tratase. Puede aparecer con cualquier gas inerte con mayor o menor intensidad, siendo el helio el que menor efecto presenta (de ahí que se emplee en mezclas respiratorias para trabajos en profundidades: HELIOX, TRIMIX).
Lo más importante es el evitar factores que predisponen a su aparición:
- Esfuerzo muscular intenso
- Descenso rápido
- Exceso de ingestión de alcohol
- Temor o aprehensión a sumergirse
Y a la vez reconocer cuando aparece este cuadro (en uno mismo o sobre todo en los compañeros de inmersión):
- Comenzando hacia los 40 metros con discreta euforia, disminución de la percepción del riesgo, pasando a la excesiva jovialidad, pérdida de concentración y orientación, despreocupación del entorno y de los compañeros, pudiendo llegar a conductas más peligrosas (histeria o euforia) en torno a los 60-70 metros.
La BUENA NOTICIA es que todos los síntomas desaparecen al disminuir la profundidad y por tanto bastará con iniciar un ascenso paulatino y gradual siguiendo las normas de seguridad que nos han enseñado.
Hasta la próxima.
Gonzalo Mora
Doctor en Medicina y Cirugía
Diplomado en Medicina Hiperbárica y Subacuática